sábado, 16 de julio de 2016

UNA OPORTUNIDAD HISTÓRICA


Leemos en el Evangelio según San Juan un pasaje en el que Jesús habla a los judíos: 

Cuando Jesús dijo estas cosas, muchos creyeron en Él. Decía, pues, a los judíos que creían en Él: Si perseverareis en mi doctrina, seréis verdaderamente discípulos míos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Respondiéronle ellos: Nosotros somos descendientes de Abraham, y jamás hemos sido esclavos de nadie: ¿cómo, pues, dices tú que vendremos a ser libres? Replicóles Jesús: En verdad, en verdad os digo, que todo aquel que comete pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no mora para siempre en la casa: el hijo sí que permanece siempre en ella: luego si el hijo os da libertad, seréis verdaderamente libres. (Jn, 8 30-36)

Ahora que se extienden nuevas alambradas por el mundo, la educación se reivindica como un pilar fundamental de la dignidad humana. La verdad os hará libres, dice el evangelio. Pues el conocimiento, que es la búsqueda de esa verdad, también ha de redimirnos.

Saber nos permite cruzar sin peligro todas esas fronteras que la ignorancia, la superstición y el miedo han levantado para alejarnos del conocimiento de nosotros mismos y del lugar que habitamos. ¿Qué hay de aquellos que han renunciado al saber? ¿Acaso lo ignoran todo? No, pero su conocimiento es parcial, prestado y falso. El verdadero entendimiento es de naturaleza opuesta al que ellos tienen, pues la sabiduría se basa en una búsqueda de la verdad. Allí donde se renuncia al conocimiento de toda la verdad, o bien ésta molesta en parte, no se puede hablar de auténtico saber ni de hombres genuinamente humanos, completos en su virtud. Persistir en ese pecado nos aleja, por lo tanto, de nuestra libertad; tal actitud es un acto de traición a nuestra esencia.

A España se le presenta la oportunidad de crear un nuevo gobierno, el adjetivo nuevo cobra un valor especial, no en el sentido de sucesión de algo establecido que se renueva para seguir siendo lo mismo y sí en el de audaz fundación de una sociedad distinta. Sobre la base del amor propio y el respeto al prójimo, podemos erigir un país mejor que aspire, a partir de los valores conocidos, a cambiarlos por unos superiores. Las viejas recetas que ahora se presentan como un soplo de aire fresco que solucionará todos los problemas sólo añadirán, en realidad, viejos conflictos a los actuales. Sin  más alternativas, urge un cambio radical, pero no violento.

Imaginen un país que apuesta por la investigación científica; que valora el trabajo bien hecho y remunera a todos los profesionales de un modo similar; que apuesta por el fácil entendimiento y la cooperación de todos sus ciudadanos... imaginen todas las transformaciones posibles, un proyecto hecho a la medida del hombre, basado en los principios más elevados, en el entendimiento sereno del lugar que ocupa en él y en la capacidad de superación y transformación constantes. ¿No merece la pena apostar por él?

Señores políticos, luchen por una sociedad que valore la honradez profesional, la rectitud en el obrar, la decidida defensa del desarrollo tecnológico y científico, el reparto equitativo de deberes y derechos, la superación de dogmas; trabajen por un país a la vanguardia.

¿Cuántas redes de espino más tendrán los hombres que sortear en sus vidas? Jesús, que mostró a sus contemporáneos un nuevo camino, es un ejemplo de hombre adelantado a su época, alguien que tenía una visión de futuro. La verdad os hará libres. Apostemos por ello.