viernes, 20 de marzo de 2015

ME LO PONE LÍQUIDO, POR FAVOR


Paidós acaba de publicar Ceguera moral. La pérdida de sensibilidad en la modernidad líquida, de Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis. El título original se publicó en inglés en 2013. Debemos al primero de los autores el concepto de modernidad líquida, que podría considerarse esa ausencia de valores sólidos del hombre actual, inmerso en la vana búsqueda de una satisfacción plena, una especie de egoísmo radical. Supe del concepto cuando, hace un par de años, cayó en mis manos un ejemplar de Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. ¿No cree, lector, que es un título muy inspirado, casi lírico? Su argumento, por el contrario, resulta demoledor. 

Hemos convertido la amistad y los afectos en algo que se puede manosear un rato y luego tirar al contenedor de basura. 

El Poder Judicial de España publicó su informe sobre las demandas de disolución matrimonial en 2014. La tabla con los datos puede consultarse en la propia web de la institución. En total, se iniciaron 133.441 demandas el año pasado. Se cree que este año aumentará el número de rupturas. La pregunta es, entonces, ¿para qué diantres se sigue casando la gente? Porque le hace ilusión, obviamente.

Recuerdo ahora los versos dedicados al mar en Diario de un poeta recién casado. Como un océano enfrentado a sí mismo, pero por desgracia muy distinto al que escribió JRJ, veo yo esta sociedad pueril y caprichosa en la que nada es ya lo que parece, pues en nada puede uno poner su confianza y a duras penas sobrevive nuestro herido corazoncito, intentando no ahogarse llevado por la marea lejos de la anhelada tierra firme. Quizás estas palabras despierten en usted el deseo de ver nuevamente Waterworld y descubrir una lectura insospechada de tan (injustamente) vapuleado largometraje.