jueves, 19 de marzo de 2015

ISRAEL, ISRAEL


Me ha gustado mucho la entrevista a Yuval Harari publicada el 15 de marzo de 2015 en el diario español EL MUNDO. El texto íntegro puede leerse gratuitamente en la web del periódico. 

Del historiador israelí me gustaría destacar su optimismo inteligente basado en el conocimiento y en una capacidad de raciocinio prodigiosa que podría resumir con un calificativo a la altura de su intelecto: judío, y eso es de agradecer. Parece que tuviera las respuestas a muchas preguntas, una brillante capacidad de síntesis: simplifica mediante una analogía lo que parecía complejo y, con ello, desarma los temores del interlocutor llevándolo a aceptar una evidencia que le resultaba velada hasta entonces; en definitiva, ser poseedor de un conocimiento lúcido, de una capacidad de análisis sobresaliente. Mi admiración y respeto por ello. 

Dos días después, el 17 de marzo de 2015, el mismo periódico publica una tribuna de don Rafael L. Bardají titulada "¿Dónde acabará Israel?" acerca de las elecciones en dicho país (tb. disponible online). Pinta el analista político un panorama mucho menos feliz del futuro inmediato de la nación, inmersa en los cambios políticos y estratégicos que viven las potencias vecinas, en una crisis de entendimiento con el gobierno actual de los Estados Unidos y atenta al avance de nuevos grupos terroristas en regiones próximas a sus fronteras.

Si es cierto que hay una ola de judeofobia en Europa, ¿por qué España, la milenaria Sefarad, no propone a aquellos judíos incómodos en sus actuales domicilios europeos la posibilidad de un cambio de residencia? Creo que sería muy bueno para todos. Lo triste es que España parece que estuviera contagiada igualmente de ese mismo virus. Me cuesta creerlo, no consigo aceptarlo.