miércoles, 21 de mayo de 2008

UNA SILLA

Trescientas personas en el mundo hablan córnico (en algún diario he leído "cornuallés"...), una lengua que dejó de emplearse en el suroeste de Inglaterra a mediados del siglo XVI y cuya última hablante falleció en el siglo XVIII. Este grupo quiere que la Unión Europea reconozca el córnico como lengua oficial. Esperan recibir subvenciones y que el idioma se estudie en las escuelas (según tengo entendido, ya se puede cursar como asignatura optativa) y figure en placas y folletos de la ciudad.

Me llama la atención el afán de tantas buenas gentes por borrar las fronteras en Europa y el ahínco con el que unos grupos minúsculos las redibujan imponiéndose a la lógica y al deseo mayoritarios. Tal vez esa actitud responda al tipo de democracia que tenemos en Europa: libertad para las minorías (mayor libertad cuanto mayor agresivas sean aquéllas) y los demás a callar. Vamos, la antítesis precisamente de la democracia.

¿Quién logrará que estos grupos entren en razón? No se trata de desestimar una iniciativa que, sólo desde el punto de vista romántico o estrictamente filológico, podría tener (no lo tiene, de veras que no) valor. Hay que ser prácticos. Hoy en día no se estudia ni latín ni griego en las escuelas. Pero esos grupos minoritarios que no suelen alcanzar ni el 10% de la población terminan imponiendo "su" idioma, lo que termina dividiendo a las gentes. Vamos, que volvemos a la confusión bíblica de Babel. ¿Se cree alguien que el bable tiene mayor relevancia que el latín? ¿El vascuence actual, que el griego de Aristóteles? Más aún, ¿conviene que los niños gallegos, por poner otro ejemplo, dediquen tantas horas a estudiar gallego (lo que va en detrimento del español, ya de por sí depauperado, o de lenguas modernas como el francés o el inglés?)? Es cuestión de relevancia. Pero todos sabemos qué pretensión esconden esas minorías al imponer su voluntad.

Me parece alarmante que en España existan páginas web de universidades y centros oficiales en los que no se utilice el español. Me preocupa que se pretenda equiparar una lengua irrelevante como el bable con la oficial de nuestra nación y que así figuren ambas institucionalmente. Algunos ejemplos de bable o asturianu:

Gobiernu del Principáu d' Asturies - Ónde dormir - Buscar empléu - Pidir una beca - Pa ti - Teléfonu - Cuidar la to salú - El fechu cultural más trescendente, nos sieglos XVI y XVII va ser la creación de la Universidá d'Uviéu, etc.

No es mi deseo herir sensibilidades, pero yo me pregunto hasta cuándo va a durar esta rusticidad mental.