sábado, 6 de septiembre de 2014

MI CORAZÓN NO ESTÁ AQUÍ


Robert Burns nació el 25 de enero de 1759. Falleció a temprana edad debido a problemas cardiacos. En Escocia el recuerdo de su persona sigue presente, considerado por todos como un icono nacional. Arvo Pärt, compositor estonio, puso música a uno de sus poemas, "My heart's in the Highlands", pieza incluida en la banda sonora de la reciente y ya clásica La gran belleza (puede escucharla en Youtube mientras lee el texto): 

My heart's in the Higlands, my heart is not here,
My heart's in the Highlands, a-chasing the deer;
Chasing the wild-deer, and following the roe,
My heart's in the Highlands, wherever I go.

Farewell to the Highlands, farewell to the North,
The birth-place of Valour, the country of Worth;
Wherever I wander, wherever I rove,
The hills of the Highlands for ever I love.

Farewell to the mountains, high-cover'd with snow,
Farewell to the straths and green vallies below;
Farewell to the forests and wild-hanging woods,
Farewell to the torrents and loud-pouring floods.

My heart's in the Highlands, my heart is not here,
My heart's in the Highlands, a-chasing the deer;
Chasing the wild-deer, and following the roe,
My heart's in the Highlands, wherever I go.

Uno puede imaginar a un hombre que camina solitario por la gran ciudad, ausente del ruido que lo rodea, ajeno a las miradas curiosas que suscita, mientras su espíritu parece en comunión con una naturaleza lejana. La voz del poeta recuerda a la de Jesús en el pasaje bíblico: "Mi reino no es de este mundo [...] Pero mi reino no es de aquí". Las palabras de Burns tienen, por lo tanto, un eco que trasciende lo puramente poético para entronizar la voz del poeta, identificado con la figura de Cristo, y sacralizar sus versos.

Quién hubiera podido, como hicieron los hombres de su tiempo, haber sido testigo de su paso por este mundo, haber visto a ese hombre en tierras de Judea con la mirada puesta en un cielo que está más allá de nuestra limitada percepción humana. Quién pudiera haberlo acompañado, haber visto como sólo Él vio. La historia del hombre no volvería a ser la misma desde entonces. Dos mil años buscando esa línea del horizonte, tan cercana y a la vez tan distante. Pronto, allá en lontananza, un pescador y un poeta, sentados a la vera del camino, nos están esperando.