Cuentos latinos de la Edad Media es una antología de ejemplos latinos y versiones en lenguas vernáculas publicado recientemente por Gredos, número 32 de la colección CLÁSICOS MEDIEVALES. La edición es de Hugo O. Bizarri.
Incluye un completo estudio previo y una cuidada selección de textos, algunos de ellos difícilmente localizables hoy. En la antología se encuentran algunas fábulas de Esopo, el Disciplina clericalis, el séptimo libro de Los ocho libros de milagros de Cesáreo de Heisterbach, Ejemplos extraídos de los "Sermones vulgares" de Jacques de Vitry, algunas Fábulas y Parábolas de Odo de Cheritón, Vida de Segundo según la versión de Vicente de Beauvais, Tabla de ejemplos según el orden alfabético, Hechos de los romanos (la célebre Gesta romanorum), Directorio de la vida humana o Parábolas de los sabios antiguos de Juan de Capua y, por último, la Escalera del cielo de Juan Gobi.
Algunos textos se titulan "El calvo y el jardinero", "De una abadesa entregada al adulterio que voluntariamente se retiró del pecado y no permitió que un soldado cometiera adulterio", "De un hombre que encomendó doce ovejas a su compadre, el lobo", "Los clérigos y la perrilla", "Sobre la gran soberbia y de qué modo los soberbios frecuentemente llegan a gran humildad", "De la prueba de la verdadera amistad" o "La abadesa encinta".
Y ¿qué es un ejemplo? En la introducción se define así:
"Un relato o historia, una fábula o una parábola, una moralidad o una descripción que podían servir de prueba a una exposición doctrinal, religiosa o moral" (página 8)
El mismo autor que da la definición establece nueve tipos de ejemplos según su procedencia: ejemplo bíblico, piadoso, prosopopéyico, profano, histórico, legendario, ejemplo cuento y ejemplo fábula, moralizado y personal.
Antes de acabar, incluiré un breve exemplum. Lo tomé al azar, espero que al lector le resulte simpático y se anime a leer el libro:
En un refectorio había un gato que atrapó y mató todos los ratones, a excepción de uno enorme. Pensó el gato de qué modo podría engañar y devorar a aquel enorme ratón. Finalmente, se hizo tonsurar, vistió una casulla y se hizo monje. Luego se sentó entre los canónigos y comió. Al ver esto, el ratón se alegró creyendo que ya no lo querría dañar. El ratón danzó aquí y allá y mientras el gato disimulaba desviar sus ojos de toda vanidad, el ratón se aproximaba lentamente hasta el gato. Éste lo atrapó fuertemente con las uñas y lo sostuvo con firmeza. Dijo el ratón:
- ¿Por qué haces tal crueldad? ¿Por qué no me perdonas? ¿Acaso no te has hecho monje?
Dijo el gato:
- Nunca suplicarás tan bien como para que te perdone, hermano. Cuando quiero, soy monje; cuando quiero, soy canónico.
Y devoró al ratón.
Así hacen muchos cuando no pueden poseer riquezas ni otras cosas que aman. Ayunan y fingense buenos y santos, cuando en verdad son hipócritas y demonios que se transfiguran en ángeles de luz. Y otros se hacen monjes para ser despenseros, priores, abades, sacerdotes y así se hacen tonsurar para atrapar a un ratón. Y, finalmente, cuando tienen ilícitamente lo que desean, nunca tanto les predicarás que perdonen a su ratón.
Si le ha interesado el tema, prosiga y enriquezca sus lecturas con dos libros fundamentales: Sendebar (edición de Cátedra) y Calila e Dimna (en la editorial Castalia). Ah, bueno, y cómo no: El conde Lucanor ( Crítica, colección BIBLIOTECA CLÁSICA).