domingo, 18 de marzo de 2007

TEATRO, NOVELA Y CINE

María Mercedes Romero Peña puede ser considerada la voz más autorizada sobre el teatro español de las primeras décadas del siglo XVIII. La Fundación Universitaria Española acaba de publicar una parte de su impresionante tesis doctoral. El libro se titula El teatro en Madrid durante la Guerra de Independencia, 1808-1814. Mis mejores deseos de futuro para esta prometedora joven.

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Un par de novelas/autores para (re)descubrir a partir de la semana que viene:

Herman Hesse: Bajo las ruedas

La crónica de una estancia en el infierno y el final trágico de una joven vida. Otros libros del autor: Siddhartha, Demian, El lobo estepario, Leyendas medievales, El último verano de Klingsor, Peter Camenzind o El juego de abalorios. Herman Hesse nació hace ciento treinta años, el dos de febrero de 1877 en Calw (sur de Alemania). Hijo de una familia de misioneros protestantes, el éxito de Peter Camenzind en 1903 le permitió vivir con independencia económica. Vivió cerca del Lago Constanza y viajó a la India. Su obra tiene algo de autobiográfico y los protagonistas de sus libros, un trasunto de sí mismo, una especie de alter ego del autor. La búsqueda del yo, el contacto con la naturaleza y la sociedad hostil son constantes de su literatura. En 1946 recibió el Premio Nobel de Literatura. Sus acuarelas son celebradas por su colorido y delicadeza, y acompañan páginas imperecederas del propio Hesse. Fue un hombre de fuerte personalidad. Nunca dejó sin contestar cada una de las cartas que le llegaban diariamente a su domicilio. Falleció en Montagnola, Suiza, el nueve de agosto de 1962. Herman Hesse es uno de los autores alemanes más leídos de todos los tiempos. Gunnar Decker escribió un ameno diccionario sobre la vida y la obra del autor titulado HESSE-ABC. Lo publicó la editorial Reclam en 2002. Existe un portal en internet dedicado a la memoria del escritor. Facilito la versión en castellano: http://www.hermann-hesse.de/es/

Joseph Roth: La leyenda del santo bebedor

Joseph Roth escribió esta novelita en 1933. Se la considera su testamento autobiográfico y literario. Nació en Brody, actual Ucrania, en 1894. Falleció en París a finales de mayo de 1939 sin conocer los horrores de la II Guerra Mundial, pero habiendo condenado los excesos del régimen nazi. Dio cuenta de ello en sus artículos de prensa. Hoy se han recogido varios volúmenes en los que denuncia abiertamente los crímenes de la Alemania hitleriana y de su dictador: El Anticristo, El juicio de la historia o La filial del infierno en la tierra son buenos ejemplos. Relató a sus contemporáneos el ocaso de una civilización y el final de un orden social: la caída del imperio austrohúngaro. Lo que le sucedió fue la banalización del mal y la democratización de la vulgaridad. Los lectores del autor recordarán breves piezas como Confesión de un asesino, Hiob o sus célebres Marcha Radetzky y La cripta de los capuchinos. Podríamos acabar estas líneas afirmando: Joseph Roth o el triunfo de la melancolía.

Naguib Mahfuz: El ladrón y los perros

Sorprenderá a muchos que, pasados un par de meses de la muerte del Premio Nobel egipcio Naguib Mahfuz, aún no se haya hecho eco de la noticia ninguna publicación especializada de nuestro país y que no se le haya rendido ningún homenaje. A la espera de que llegue y se le haga justicia, hoy recomiendo a los lectores de EL BLOG ILUSTRADO un par de novelas del autor: El ladrón y los perros está basado en un hecho real que conmocionó a la opinión pública de El Cairo; El callejón de Midaq (o de los milagros) narra la historia de las gentes de un viejo callejón de la gran ciudad egipcia, sus miserias, aspiraciones, sueños y desdichas. Esta última novela es un fresco mosaico de los fondos de El Cairo: sus personajes perduran en nuestra memoria vívidos y reales como la triste vida que les tocó vivir (el tipo que lesiona las extremidades de los mendigos para que puedan ganarse la vida pidiendo una limosna que luego pasa él mismo a recoger, la joven muchacha que sueña con un futuro de lujo y termina prostituyéndose para el proxeneta que le había prometido medrar, el dueño del antiguo bazar y sus sueños de enamoradizo frustrado, el barbero Abbas...). Quizá de menor consideración sean, entre otras, El café de Qushtumar, a donde acuden cuatro viejos amigos para hablar sobre el paso del tiempo y cómo les fue en la vida; Amor bajo la lluvia o La guerra de Tebas. La llamada Trilogía de El Cairo le valió al autor reconocimiento mundial como el gran narrador de la literatura en árabe de nuestro tiempo. Amenazado de muerte por considerarle hereje un grupo extremista, vivió recluido en su casa durante el final de su vida. Falleció el treinta de agosto de 2006 a los noventa y cuatro años de edad en su ciudad natal. El Cairo ha enmudecido con su pérdida. La literatura de nuestro tiempo, también.

Ray Bradbury: Fahrenheit 451

Tres novelas fundamentales del siglo XX con un denominador común: 1984, Fahrenheit 451 y Un mundo feliz. En una sociedad futura, los bomberos ya no apagan incendios, sino que los provocan. Leer se ha convertido en una actividad ilegal y los libros son pasto de las llamas. Algunas personas esconden bibliotecas en sus casas y los hay que viven libres en el bosque: cada uno de estos ha memorizado un libro y se les conoce por el título y no por su nombre de pila. La historia narra la conversión de Montag, un joven bombero que un día decide pasarse al bando contrario cuando descubre la pasión de la lectura que le había sido arrebatada por un estado que le privó del derecho a decidir bajo el supuesto de que la lectura hace infelices a las personas. El resultado es un mundo aséptico cuyo principal pasatiempo es ver la televisión interactiva que cuelga de todas las paredes de la casa. Algunos de los pasajes de este libro son antológicos. François Truffat llevó al cine esta poderosa novela con gran acierto y fidelidad.

Christopher Isherwood: Adiós a Berlín

Bastaron dos novelas al inglés Christopher Isherwood para convertirlo en un escritor de culto y de éxito mundial. Adiós a Berlín está inspirada en la estancia del autor en la capital alemana antes de los trágicos años de la II Guerra Mundial. Berlín está presente en los personajes, ahorrándose el autor la topografía de las avenidas y parques de la harapienta ciudad a excepción de un par de ocasiones, sobre todo cuando describe la zona elegante donde reside uno de sus alumnos adinerados. El señor Isherwood vive en la casa de Frau Schroeder, donde siempre falta comida y hace un frío espantoso. Allí convive con otros inquilinos: la cantante bávara Fräulein Mayr, Frau Kost... Sin embargo, Isherwood hará amistad sincera con la joven Sally Bowles, quien se enamorará de él y con quien pasará todo el tiempo. Otros personajes entran en escena, pero es la relación de Sally y el autor la que da sentido a la novela. Una adaptación musical de Adiós a Berlín se llevó al cine: la oscarizada Cabaret. Si Truffaut acertó con su versión de Fahrenheit 451, no menos éxito cosechó Bob Fosse con su versión del clásico inglés. Liza Minnelli, Michael York y Helmut Grien dieron forma a tres protagonistas eternos, la forma exacta de los sueños.

John Kennedy Toole: La conjura de los necios

Ignatius Reilly es, por derecho propio, uno de los protagonistas literarios de la novela norteamericana del siglo XX. Eso a pesar de que los libros no debieran adscribirse a ninguna corriente literaria ni agruparse en función de caprichosas diferencias políticas o idiomáticas: el escritor escribe al margen de dichas consideraciones. Pero resulta cómoda su ubicación si concedemos validez al protocolo académico e historicista. Bueno es aceptarlo, aunque tampoco le demos demasiada validez. Consideraciones metaliterarias aparte, fue la madre del autor, de John Kennedy Toole, quien se puso en contacto con Walker Percy para que leyera la novela que había escrito su difunto hijo. Lo que continuó fue la crónica de un éxito editorial y de crítica sin parangón. El contenido de la novela tampoco permite establecer comparación alguna. La comedia, que poco a poco se nos atragantará como un nudo en la garganta, deviene en tragedia. Texto autobiográfico de un joven que terminaría suicidándose en 1969 a los treinta y dos años de edad; tal vez sus páginas recojan aquello que no supo decir a su madre, una forma de justificación, un "yo acuso" a la sociedad que le tocó en desgracia soportar. John Kennedy Toole también es autor de otra novela: La biblia de neón.

Libros, libros y más libros... A nosotros nos es tocado pasar, ellos perdurarán. A veces, mirando a través de la ventana, me gusta soñar con las generaciones venideras, ilusionarme fútilmente con todo lo que un día mis ojos no verán. ¿Cómo recibirán nuestros biznietos el legado que hoy transmitimos a nuestros hijos? ¿No pensaron que somos el fruto de la ilusión de miles de generaciones? ¿Imaginaron los días que vivió un ancestro ignoto, tal vez una tatarabuelo? Tan lejano y misterioso, tan determinante y cercano. Nosotros, que somos textura tejida por los hilos de la Historia, pasaremos... Disfruten, queridos amigos de EL BLOG ILUSTRADO, de sus días. Nos volveremos a ver por aquí en breve: dicen que hay vida más allá de los cincuenta centímetros que me separan de la pantalla del ordenador. Ahora deseo redescubrir el barrio y quizás haga una incursión al centro de la ciudad. Hasta el jueves.