jueves, 14 de mayo de 2009

EL LIBRO ELECTRÓNICO (II) - DECEPCIÓN [ENTRADA REVISADA]

Hace unos días escribí una entrada dedicada al libro electrónico. Yo aún no tengo ninguno y, visto lo ocurrido hoy, me temo que no lo voy a comprar de momento. La historia es la siguiente:

Llevo tiempo buscando unos manuales de literatura inglesa. Después de varias búsquedas infructuosas, decidí comprarlos al editor a través de su página web. Cuál no será mi sorpresa al descubrir que existe una edición alternativa al paperback/hardcover: la edición digital o ebook. Compruebo los precios y descubro que, por menos dinero que el volumen en rústica, puedo descargar una copia en mi ordenador. Decido comenzar los trámites, que consisten en dar los datos personales, pagar con tarjeta de crédito y bajar varios programas gratuitos de internet para poder leer el texto con un programa especial de Adobe, el "Adobe Digital Editions". Todo me lleva menos de diez minutos.

Hasta ahí todo bien. El problema es el siguiente: el sistema sólo me premite un número limitado de licencias, así que, si decido cambiar varias veces de ordenador o libro electrónico, corro el riesgo de quedarme sin biblioteca electrónica en menos de quince años. ¡No me parece tan rentable!

Otro gran problema: la impresión del texto en papel. Cada editor marca unas reglas distintas. Éstas van desde impedir la impresión de una sola palabra hasta la posibilidad de pasar todo a papel. En el caso de Cambridge University Press, sólo se permite imprimir veinticinco páginas en un plazo de treinta días. ¡Ridículo!

Otro fallo: el corta y pega no funciona bien (todas las palabras aparecen sin espacios en la hoja de Word).

Y, ahora, la locura... Animado por la compra (en realidad, al imprimir el texto, uno puede escanear las hojas y guardarlas después en un pdf, lo que obliga al usuario a tomarse su tiempo, pero es una solución al problema de la única licencia por descarga), decido buscar otro volumen de la editorial inglesa. Comparo los precios y no doy crédito: la edición en rústica (paperback), 15 libras; en tapa dura (hardback), 40 libras; libro electrónico (o eBook format), ¡¡60 dólares!! La edición electrónica, curiosamente, siempre se paga en dólares norteamericanos. Primero, no entiendo cómo es posible que un trozo de cartón duro suponga un incremento de veinticinco libras respecto de la edición en tapa blanda (ni el mejor hilo vegetal lo vale, si es que en la de rústica el lomo se pega con cola); y, segundo, ¿por qué la edición digital cuesta tanto?

Son numerosas las quejas de los lectores ingleses y norteamericanos, que ya vienen avisando de los injustificados precios que sus editoriales piden a los clientes por las ediciones en formato electrónico. Se me ocurren dos razones:

La editorial quiere hacer su agosto o no le interesa la versión ebook. Mil unidades de un libro de trescientas páginas, sin ilustraciones en color excepto la portada (plastificada), de trescientas páginas y cosido en hilo vegetal cuestan 6000 euros. Cuando la edición es mayor, el coste por libro disminuye. Pensemos que el editor no quiere arriesgar en la primera tirada, así que sólo manda editar mil ejemplares. Eso supone que los gastos de imprenta por cada libro ascienden a seis euros. El distribuidor pide el 60% del precio de venta al público, que reparte a medias con el librero. El autor no suele ganar más de un 12%. Con estos datos, sabemos que el editor gana aproximadamente un 40%, de lo que tendrá que restar los gastos de imprenta, Seguridad Social, Hacienda, etc. No le extrañe a nadie que, con estas cifras en la mano, un libro de bolsillo cueste hoy más de 20 euros.

Ahora bien, si el libro electrónico no necesita pasar por una imprenta, el editor no precisa que se distribuya nacionalmente ni que se venda en librerías, ¿cómo se justifica que la edición para los ordenadores sea casi tan cara como la de tapa dura en papel? Y ahí iba yo con lo de "la editorial quiere hacer su agosto o no le interesa la vesión ebook". Sin apenas gastos, pagando lo mismo al autor (que, a todo esto, es el artífice de que exista una rentable industrial editorial), los sellos ganan más y pagan menos. De paso, logran que el ebook se vea impopular, de forma que el lector lo rechazará y volverá al papel (apartando al consumidor de la "temible" versión electrónica, cuyo sistema anticopia vulnera sin problemas cualquier experto), que es lo que más le interesa a aquéllas, pues siguen ganando mucho dinero con el sistema tradicional y, además, continuarán recibiendo pingües beneficios derivados de las subvenciones estatales.

Visto el alarmante abuso que hacen las editoriales hoy, desconfío mucho de que el futuro de la lectura pase por la pantalla de un dispositivo informático. El problema es que a las editoriales se les acabe el chollo y, ante el atropello que cometen con el consumidor, éste se la devuelva en forma de textos fotocopiados, lectura en bibliotecas o, sencillamente, obviando su catálogo.

Ver para creer. Pinchen aquí y comparen los precios ustedes mismos. Otra cosa que no comprendo: ¿por qué en la misma colección unos ebooks son tan caros y otros tienen un precio mucho más asequible? ¿Por qué de algunos títulos sólo se edita la edición en tapa dura, que es prohibitiva para la mayoría de los bolsillos, y no se hace otra en rústica?

Si los lectores estamos en manos de comerciantes mezquinos y usureros, mal vamos... Para nosotros el estudio es como el aire. El acceso al conocimiento debería resultar menos costoso. ¿Qué podemos hacer si sólo tenemos derecho a ocupar trabajos precarios y eso en el mejor de los casos? ¿Quién invertirá en cultura si los precios de los libros están por las nubes y el hermoso sueño de una biblioteca total a precio asequible se desvanece un poco más cada día?