lunes, 29 de enero de 2007

SWEET DREAMS ARE MADE OF... WORDS


Queridos amigos:

Vamos a cambiar de tema hoy, pues la vida sigue y, aunque uno no olvide a las víctimas del pasado y tenga muy presentes a las de hoy en día, debemos confiar en un futuro más delicado que el actual.

Y qué mejor fórmula para ello que escribir sobre un tema feliz -la literatura- o, mejor dicho, las aproximaciones a la literatura. Hoy me gustaría compartir con vosotros algunos títulos cuya única pretensión es abrirnos las puertas a un mundo imaginario, uno en concreto, lleno de esa mágica fantasia contenida en la más dulce palabra que uno pueda soñar: literatura. El amor, que supera en todos los sentidos a la otra, en cambio, o así lo creo yo, es una palabra para vivirla y disfrutar de ella. El que se queda en la ensoñación es un romántico o un infeliz. Y ahora se me ocurre que es muy grato compartir horas de lectura con alguien amado. Pero vamos al tema:

Borges redactó varios ensayos sobre temas muy queridos. Él, que un día vino a decir que la democracia le parecía un abuso de las estadísticas (quizá lo dijo porque no vivió una verdadera democracia ilustrada), sin embargo se tomó muy en serio un papel como divulgador -pero divulgador a la ilustrada, como la democracia que nunca debió de conocer- y a él le debemos un par de ejercicios literarios excelentes: Introducción a la literatura inglesa, Introducción a la literatura norteamericana, ¿Qué es el budismo? y, al margen de estos ensayitos, una serie de títulos que recopilan un saber literario y un gusto por la lectura y los libros a la altura de las tres obras ya señaladas y que contagian al lector y lo estimulan a abrirse camino a la buena de dios por la frondosa vereda de las letras universales. Me refiero a títulos fascinantes como Biblioteca personal, Otras inquisiciones, Siete noches y Textos cautivos, entre otros.

Siempre me han gustado las introducciones porque revelan secretos desconocidos para aquél que se inicia en ellos y siempre prometen momentos dichosos. La lectura los depara, sin lugar a dudas, aunque uno puede llevarse muchas desilusiones. Y es que, a veces, se promete más de lo que luego realmente hay, pero la promesa de algo mejor ya es en sí como un regalo, de modo que uno prefiere quedarse en la antesala, que es en donde realmente reside la auténtica felicidad. Saber aguardar, mantener la expectación y seguir a la espera de algo bueno no es anticipar los dones que nos aguardan, sino disfrutarlos plenamente. Si, como en nuestro caso, la lectura de un libro cumple las expectativas, la felicidad es absoluta. Con Borges siempre se acertará.

Existen tres ensayistas hispanoamericanos más que merecen nuestra atención: Octavio Paz, Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña. Sobre tanto y tan bien escribieron los tres que, sencillamente, desbordan los límites de esta entrada. Por esa razón preferiría facilitaros un par de enlaces:

La de Alfonso Reyes es la más completa de las tres, pero las otras dos no deben desmerecer nuestro buen juicio por estar a la sombra de aquella otra. Querría recomendar, eso sí, un par de títulos que pueden adquirirse hoy en día o que son de reciente publicación: Las Obras completas de Octavio Paz en la editorial Galaxia Gutenberg - Círculo de Lectores (quizá los volúmenes más destacables sean los dos primeros) ; la colección Capilla alfonsina del Fondo de Cultura Económica, que está acercando en ediciones recientes parte de la mejor producción del escritor mexicano y, por último, los títulos publicados también por F.C.E. del dominicano Pedro Henríquez Ureña. Para facilitar su búsqueda, os facilito los enlaces directos:

Terminaré con un breve ensayo sobre la literatura de terror. Es un estudio redactado con oficio. Lo firma el magistral H. P. Lovecraft, un clásico: El horror en la literatura. Incluye capítulos dedicados a los albores del cuento de horror, la novela gótica, la literatura preternatural en Europa, Edgar Allan Poe, la tradición preternatural en América y la tradición espectral en las Islas Británicas, cerrando el libro una mención a los maestros modernos. Debemos la edición en castellano al grupo Alianza Editorial:

Palabras de Octavio Paz:

"El camino hacia la beatitud es largo y árido. De ahí que no sea extraño, como se ve en la historia de las religiones, que aparezcan una y otra vez doctrinas y movimientos que postulan una vía corta para alcanzar el éxtasis y aun la iluminación. El ejemplo más notable y consistente de estas tendencias pertenecen al budismo chino (ch'an) y japonés (zen). Esta escuela predica la "iluminación súbita" aunque, hay que subrayarlo, lograda a través de una severa disciplina y de arduos ejercicios de meditación. La gran atracción de las drogas psicodélicas, y su gran peligro, consiste en que parecen ofrecer un camino corto y fácil hacia el éxtasis. La verdad es que la experiencia inmemorial muestra que es un camino que termina en un precipicio. Para evitar el despeño, la tradición insistió siempre en los ejercicios ascéticos, los ayunos, las privaciones y las técnicas de meditación"

“La literatura hispanoamericana escrita durante los siglos XVIII y XIX comparte la general debilidad y mediocridad, con las contadas y conocidas excepciones, de la escrita en España. Ni el neoclacisismo ni el romanticismo tuvieron fortuna en nuestra lengua”

“Desde el punto de vista español, la misión de Hispanoamérica ha consistido en recordarle a la literatura epañola su universalidad (Darío, Neruda, Borges). Si España lo olvida, otras literaturas se lo recuerdan: todos estos poetas y novelistas hispanoamericanos –Cortázar, Bioy Casares, Fuentes, Nicanor Parra, Sarduy- se conocen en España porque se habla de ellos en Nueva York, París o Roma. Desde el punto de vista hispanoamericano, la misión de España ha sido la de un contrapeso que equilibra la prisa, la superficialidad y la facilidad hispanoamericanas. Una lección de gravedad, en el sentido físico de la palabra”

Palabras de Alfonso Reyes:

“La literatura oral se presenta en tres condiciones: a) Comunidades que ignoran del todo la escritura, como los polinesios hasta comienzos del siglo pasado o las bantúes septentrionales hasta fines del propio siglo. b) Comunidades que usan de la escritura (o su equivalencia gráfica) para fines limitados –marca de propiedad, correspondencia, comercio, magia-, pero no para la literatura: los fenicios, los tuaregs actuales, los antiguos teutones en la etapa de los caracteres rúnicos, los irlandeses cuando los caracteres ogam, los primitivos griegos e ítalos, acaso los galos. c) Comunidades en que conviven la literatura oral y la escritura, en diferentes capas sociales, reservándose la escrita a la clase directora, y con tendencia a desalojar a la oral: hasta ayer, en el oriente de Europa y en las regiones mahometanas; y, sin duda con mayor frecuencia, en la remota Edad Media europea. Tal parece haber acontecido entre los pueblos americanos, con manifiesta superabundancia del orden oral”

Palabras de H. P. Lovecraft:

“La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido. Pocos psicólogos pondrán en duda esta verdad; y su reconocida exactitud garantiza en todas las épocas la autenticidad y dignidad del relato de horror preternatural como género literario”