domingo, 21 de enero de 2007

VIOLENCIA (TEXTO DEFINITIVO)

Estimado lector:

Hoy querría contarle algo relacionado con un tema que preocupa mucho en nuestra sociedad: la violencia.

La revista Mente y cerebro, edición española de Gehirn & Geist, ha dedicado la portada de su número 22, enero/febrero de 2007, a las raíces de la violencia. La fotografía que aparece no es gratuita: un puño cerrado.

Querría resumir los contenidos que la revista dedica al tema: el cerebro agresivo y la noticia de un programa de prevención contra la violencia en las guarderías de los EE.UU. y Alemania llamado, respectivamente en cada país, "Second Step" y "Faustlos". La palabra alemana Faustlos se puede traducir literalmente como "puño sin", es decir, "sin puños", "sin violencia". De ahí la relevancia de la fotografía de la portada.

El artículo lo firman Daniel Strüber, Monika Lück y Gerhard Roth. Los dos primeros trabajan en el Colegio Científico Hanseático de Delmenhorst y el tercero es el rector de dicha institución, además de profesor del Instituto de Investigación Cerebral de la Universidad de Bremen (lugares hermosos para vivir, por cierto). En las páginas de su publicación afirman básicamente que:

- el comportamiento propio de una persona violenta es fruto de la combinación de varias causas y que éstas no pueden aislarse simplemente como genéticas o ambientales. De ahí se deduce que, por lo tanto, la tendencia violenta intensificada por un estímulo externo pueda ser reconducida.

- la pubertad despierta un comportamiento antisocial cuyo pico se sitúa entre los trece y quince años en los varones y un par de años después en el caso de las niñas. Después suele desaparecer, aunque hay una minoría de personas que presentan este rasgo ya desde los cinco años y persiste en la edad adulta.

- los niños tienden a la violencia física y las niñas, a la psicológica. Esto se explica porque las niñas desarrollan antes y en mayor medida una inteligencia social. Ciertos roles sexuales y las diferencias neurofisiológicas entre varones y hembras parecen estar detrás de esta diferencia.

- los rasgos del varón adulto agresivo suelen ser: un bajo nivel de tolerancia frente a la frustración, un aprendizaje deficitario de las reglas sociales, escasa empatía y pobre inteligencia.

- el violento crónico se caracteriza por un comportamiento impulsivo, una respuesta desproporcionada a la mínima provocación y el arrepentimiento posterior al ataque de ira.

- existe una predisposición endógena a la impulsividad relacionada con la corteza prefrontal y el sistema límbico. A tal efecto se han dedicado varios estudios. El más famoso desarrolla una "hipótesis del cerebro frontal" que sostiene lo siguiente (cito directamente): "las raíces psicobiológicas del comportamiento antisocial residirían en un defecto del circuito de regulación entre la corteza prefrontal y el sistema límbico". Es interesante seguirle la pista a los ejemplos que propone para defender y cuestionar esta hipótesis. Otra investigación estudió de cerca el comportamiento de asesinos convictos. Los resultados fueron de gran interés: sólo aquellos que habían cometido sus actos delictivos llevados por la impulsividad presentaban una disminución de la actividad metabólica en la región frontal cerebral (el estudio se llevó a cabo con la tomografía por emisión de positrones, es decir, un PET). Aquellos que no habían sido aún descubiertos y que también participaron con la condición de que los científicos guardaran su anonimato presentaron una actividad de aquella región igual o superior a la de la población sana. Estos sujetos se caracterizan, entre otras cosas, por no mostrar arrepentimiento y por haber planificado sus delitos con frialdad y siguiendo un plan escrupulosamente estudiado. De todo ello, los investigadores dedujeron que los trastornos de la corteza prefrontal sólo guardan relación con el riesgo de ser más fácilmente apresado tras haber cometido algún acto violento, pues éste se lleva a cabo de una forma atropellada (bueno, y, aunque el artículo no lo especificia, está claro que también es reseñable el tema del arrepentimiento o su ausencia dependiendo de cada caso estudiado).

- la alteración de un cerebro criminal también puede estar marcada en el plano bioquímico. Un nivel bajo de serotonina desencadena una conducta antisocial e impulsiva, mientras que un elevado nivel de testosterona diferencia a los delincuentes violentos de aquellos que no lo son. La baja presencia de serotonina no tiene por qué deberse exclusivamente a un factor genético, pues se ha comprobado una reducción crónica de serotonina en adultos que tuvieron experiencias adversas en la infancia (factor ambiental).

El debate está servido: ¿son los sujetos con un perfil antisocial responsables de sus actos o no? ¿Deben aislarse a estas personas para proteger a la sociedad de sus actos?

A continuación, resumiré en qué consiste el proyecto "Second Step" o "Faustlos":

La profesora comienza la clase ilustrando una situación de conflicto. Puede hacerlo con muñecos o con fotografías. Se pregunta a los alumnos qué ocurre en el ejemplo descrito y se les pide que den soluciones. Después, la profesora (o bien el profesor, eso ahora es irrelevante) pide al grupo de niños que se dividan en parejas y que estudien a su compañero, reparando en sus gestos y expresiones. Después deben describir su propio estado de ánimo y el de su compañero. Ante cualquier disputa agresiva entre los niños, la profesora para la clase y pide a los implicados que se relajen con un ejercicio respiratorio y la suma hasta cinco en voz baja antes de exponer lo ocurrido. Ambas técnicas persiguen un fin: erradicar la respuesta agresiva, potenciar la empatía y verbalizar los sentimientos. Los resultados han sido duramente criticados, pero arrojan un balance muy positivo: pasado un tiempo, los niños que han seguido estos ejercicios diarios muestran un comportamiento mucho menos agresivo y han desarrollado dos facultades importantísimas: se expresan verbalmente con fluidez, pues deben exteriorizar sus sentimientos y verbalizarlos, y han potenciado su sociabilidad. El verdadero reto es trasladar la práctica de esta técnica desarrollada en la escuela al ámbito de la vida cotidiana.

... ... ... ... ... ...

Nota del viernes, 12 de noviembre de 2010: Hace tiempo que escribí esta entrada. Entonces creía que los problemas de comportamiento, los trastornos mentales leves y enfermedades como la ansiedad o la depresión tenían una base biológica que podía tratar la psiquiatría con los nuevos avances en la exploración del cerebro y con medicamentos específicos. Después de conocer los testimonios de algunos pacientes psiquiátricos y tras la lectura de algunos libros críticos con la praxis médica y los presupuestos pseudocientíficos de la Psiquiatría elevados casi a consideración de axiomas, mi opinión al respecto ha cambiado. Los libros de Susan Forward (v. Toxic Parents), Jeffrey Masson (v. Against Therapy), John Modrow (v. How to Become a Schizophrenic), Thomas Szasz (v. La fabricación de la locura y El mito de la enfermedad mental) y Robert Whitaker (v. Mad in America), entre otros, pueden servir al lector para formarse una idea más exacta del asunto. Más información en los siguientes enlaces a Wikipedia: el modelo del trauma de los trastornos mentales y controversia de la biopsiquiatría. Resulta interesante también la figura de Alice Miller [en concreto, v. "the roots of violence" y la entrevista en Omni Magazine (marzo, 1987) que puede leerse aquí]. Finalmente, un último libro: Modelos de locura, de Richard P. Bentall, Loren R. Mosher y John Read, publicado en español por la editorial Herder.