¿Alguna vez se preguntó por qué esa gris y poco romántica masa que tenemos en la cabeza es capaz de flaquear ante una música que nos emociona y nos hace llorar como niños? Yo siempre defenderé, salvo que la evidencia me demuestre lo contrario, que el futuro del conocimiento del ser humano reside en los avances que seamos capaces de realizar en los terrenos de la genética y de las neurociencias; no obstante, últimamente recuerdo aquella anécdota de los científicos alemanes que se preguntan el porqué de la risa y, al descubrirlo, se dan cuenta de que aquel chiste que despertó su pregunta ya no les hace gracia. Y si las emociones, aquella parte tan noble del ser humano, también se hallan en el cerebro y un día descubrimos la naturaleza de los mismos, ¿nos seguirá conmoviendo después una caricia, una música, un poema, la escena de amor de los protagonistas del film, un triste atardecer anónimo en la gran ciudad, un beso...?
Todo esto a cuento de que recordé una anécdota: en la boda de Máxima Zorreguieta y Guillermo de Holanda, los padres de ésta no pudieron asistir al enlace (su padre fue ministro durante la dictadura y tiene prohibido pisar suelo holandés). El novio tuvo un gesto bellísimo y quiso compensar la ausencia de su padre con una sorpresa que conmovió profundamente a la mujer: en un inesperado momento de la ceremonia nupcial, un emotivo tango llenó la catedral de acento argentino, como si el eco de los padres llegara hasta ella igual que una presencia certera que no se ve, pero que se sabe. Adiós Nonino sonó casi cinco minutos y Máxima lloró.
Dejemos al margen las intrigas políticas y pensemos en el detalle: a miles de kilómetros, entre gente extraña, una mujer se casa con un hombre. Ella es feliz, pero le falta algo. De repente suena una música y algo milagroso sucede. Ojalá ningún científico se pregunte nunca por qué llora el ser humano, pero es un misterio tan grande como el poder cautivador de la música. Tal vez, por qué no, la de un tango. Vean el enlace, cómo no, en Youtube (les ruego que se salten los dos primeros minutos, pues carecen de valor, y vayan directamente a la música y las imágenes). Por cierto, curioso instrumento el bandoneón: http://www.youtube.com/watch?v=-_DFgFq-LKk
Ya puestos, dediquen cinco minutos más a disfrutar de otro tipo de música, otra emoción y, tal vez, otros ritmos. No se pierdan el baile final de Cantinflas, uno de mis héroes, esos tipos que admiro profundamente: http://www.youtube.com/watch?v=1fi1Pelf1H0
Querido lector, no todo se lo llevará el viento. Que nos quiten, a fin de cuentas, lo bailao.