Ayer vi una película emotiva. Se titula Joyeux Noël! (Feliz Navidad, en español). Podría decirse que es una coproducción europea ya que la escena se repartió entre ingleses, alemanes y franceses; pero las labores técnicas se deben fundamentalmente al esfuerzo galo.
El argumento es simple: Tres bandos luchan en el frente los días previos a la Navidad de 1914. Alemanes, escoceses y franceses, conmovidos por la voz de un soldado alemán a la que se une la gaita de un párroco escocés, decidirán hacer una tregua por un día. Aquel descanso acercará a los combatientes que terminarán mezclándose para intercambiar víveres, fotografías y juegos. Tras una misa en latín, el fragor de la guerra en el horizonte les hace volver a sus trincheras, pero ya nada será igual para esos hombres, pues ninguno desea luchar contra aquellos con los que ha confraternizado la noche anterior.
El largometraje está basado en hechos reales. Algo bueno puede pasarnos si el cine bélico, en vez de mostrar gratuitamente la violencia absurda de la guerra, nos permite ver en el prójimo un reflejo de nosotros mismos.
Una recomendación: cuando llegue el final de la película, no apaguen el deuvedé; mejor esperen y escuchen la música que sigue a continuación, la que se oye mientras pasan los créditos. Aparte del mensaje, creo que lo mejor de la película está ahí, en ese conmovedor Hymne des fraternisés.