Según datos del Instituto Pasteur, el 4% de la población porta la bacteria Escherichia coli en las manos antes de entrar en un aseo público. Al salir, el porcentaje se ha elevado hasta un 25%.
He buscado en internet alguna página que enseñe cómo hay que lavarse las manos y no he encontrado ninguna que lo explique correctamente, aunque la del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona se acerca bastante. Permítame que insista en este asunto, pero es muy importante:
Imagine que entra en el servicio de un restaurante para lavarse las manos antes de comer. Si usted abre el grifo con las manos sucias, después de habérselas lavado, tendrá que girar el pomo de nuevo para cerrar el agua. Si no limpia entre tanto el pomo y lo seca bien, éste seguirá sucio cuando lo cierre y usted se llevará todas las bacterias que llevaba consigo al entrar en el servicio más las que dejaron allí los que pusieron la mano anteriormente. De poco le habrá servido lavarse. Pero, si cree que el grifo está contaminado, ni le cuento los gérmenes que le aguardan en la puerta de salida (en el pomo de la puerta está la suciedad que traen todos más la que dejan los que salen del baño y no se lavan las manos o no se las lavan correctamente, es decir, más de dos tercios de la población). Piense si, en vez de un restaurante, la persona con las manos sucias está en otro lugar y del lavabo se encamina a: a.) la biblioteca y ensucia todos los libros que toca. b.) la cocina y le prepara el almuerzo con un "ingrediente sorpresa". c.) operarle y le mata. Cree que exagero, ¿verdad? Pregúntele a los escritores Cabrera Infante o Francisco Umbral que opinan al respecto. Ah, no, espere: los apiolaron en un quirófano sucio. Eso se habría podido evitar.
Nuestras manos se ensucian cada quince minutos. Tome conciencia de ello, por favor. Hay que respetar unas normas mínimas de convivencia. La higiene personal es básica para nuestra salud y para el buen orden social. Instale, si puede, grifos que se accionen con un pedal (como los que hay en las consultas del dentista); use jabón y frótelo enérgicamente hasta cubrir uñas, dedos, manos y muñecas; intente no salpicar; que el agua esté caliente, aunque tampoco debe abrasar, y séquese bien las manos con un pañuelo de papel. La toalla debería reservarse para el uso doméstico y no hay que compartirla con nadie (ni siquiera con sus familiares): es un foco de infección, entre otras cosas, porque acumula el polvo del ambiente y su humedad puede generar la aparición de numerosas bacterias. Al margen quedaría, claro, el tema de los parásitos corporales y su contagio indirecto. Si el nene del vecino tiene piojos y comparte la toalla con su hijo, pues usted verá: precisamente para que vea, los amigos del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona le han hecho una página muy sencilla con toda la información necesaria.