El cine es una experiencia parcial de la realidad filmada (igual que nuestra percepción de la vida); no obstante, llena de consuelo y emociona. ¿Qué sería de nosotros sin esa felicidad? Eso pienso yo cuando termino de ver películas como Casablanca, El hombre que pudo reinar y El puente sobre el río Kwai. Qué bueno sería ver también lo que no muestra la pantalla, encontrar un rollo de cinta que permite seguir el argumento allí donde lo dejó la grabación original, dormir para despertar perpetuamente en esa ficción mágica. Es normal que sólo en el escenario de un teatro, que es también una gran fantasía, se pueda oír que "la vida es sueño".
Este verano me reservó dos bonitas sorpresas: la primera, el canal Intereconomía, que emite la serie Arriba y Abajo a partir de las doce de la noche; la segunda, el canal La Sexta 3 y su orgía cinematográfica (lástima que no emita películas también en horario nocturno: recordar Flic Story -o cualquier otro título del cine negro francés- a las 3 de la madrugada puede ser una experiencia insuperable).