domingo, 25 de marzo de 2012

ANTONIO TABUCCHI

Hace unos días apuntaba todos los libros de Antonio Tabucchi publicados en la editorial Anagrama. He leído muchos de ellos, no la mayoría, y nunca me ha importado comprar varias veces la misma edición por si un día hay que regalársela a alguien. Es bonito descubrir libros a la gente. Con un poco de imaginación, puedes pensar que estás leyendo el mismo libro por primera vez siempre que alguien lo hace gracias a ti, siguiendo su lectura en la distancia como si sus ojos leyeran por ambos. Sin embargo, todos sabemos que es el autor, transfigurado en la voz del narrador y de los personajes, quien nos lee a nosotros la obra con esa generosidad y ese entusiasmo propios de un maestro de escuela, repitiendo la misma lección con infinita ternura e inagotable paciencia. Leer es escuchar.

Me he enterado de la triste noticia en Le Monde. Si nunca leyeron nada de Tabucchi, permítanme la recomendación de los siguientes libros por orden de entusiasmo:

Sostiene Pereira - Los tres últimos días de Fernando Pessoa - La cabeza perdida de Damasceno Monteiro - Dama de Porto Pim - Piazza d´Italia - Réquiem - Nocturno hindú

Tengo pendiente la lectura de Viajes y otros viajes (que promete ser una experiencia maravillosa), el libro de relatos El tiempo envejece deprisa y La gastritis de Platón, título que en su momento no me despertó mayor curiosidad. Otros que deben leerse son Los volátiles del Beato Angélico, por ejemplo, y Tristano muere.

Supongo que todos recordarán la adaptación cinematográfica de Sostiene Pereira, protagonizada por Marcello Mastroianni en una de sus interpretaciones más emocionantes.

Mientras apuntaba los libros en mi lista, pensaba que hacía mucho tiempo que Tabucchi no publicaba una novela. Después de leer a algunos autores, el lector siempre quiere más, ¿no? Es egoísta, como lo es un hijo en ocasiones.

Hoy, un hermoso domingo de marzo, Día de la Anunciación, Antonio Tabucchi ha fallecido en Lisboa a los 68 años de edad. Hace muchos, sin embargo, que entró en la historia de la literatura y, mucho más importante, en la vida de millones de agradecidos admiradores.

Hace años, siendo estudiante en la universidad, leía sin parar novelas de Anagrama. Leí Sostiene Pereira, leí La cabeza perdida de Damasceno Monteiro, leí Seda... Aquellos textos poco tenían que ver con las lecturas obligatorias, con las horas lentas y plomizas del texto académico, con las angustiosas prisas intentando memorizar infinitos párrafos sin sentido que muchas veces no me interesaban en absoluto. Leer no debería ser una obligación, sino un derecho.

Creo en la palabra, en su poder taumatúrgico y en la necesidad humana de contar y escuchar historias. Uno de los mayores prodigios del ser humano es la capacidad de soñar. Tabucchi tenía un don y lo compartió con nosotros. Su paso por el mundo no fue en balde. Nos legó un hermoso regalo. Seguirá vivo entre nosotros, entre ustedes. Enriquezcan su tiempo libre: que nadie les arrebate el deseo de imaginar.