jueves, 8 de mayo de 2014

UN POSIBLE MODELO DE ATLAS PARA NUESTRO TIEMPO


Para todos los epígonos de Gutenberg, el pilar de la civilización es el libro impreso. Aceptando que esta idea es imperfecta, hoy volví a pensar cuál sería el modelo ideal para la edición del mejor atlas del mundo. Ese libro en papel debería reunir, a mi entender, las siguientes características:

- Páginas de mayor formato, por ejemplo en DIN A1. Países como Bélgica, la República Checa o Suiza se verían bien en A2 (59,4 x 42 centímetros). En cambio, para una visión de conjunto de los Estados Unidos, Rusia o la Argentina, A1 sería lo ideal.

Los distintos formatos de papel en DIN A,
fijados por el Instituto Alemán de Normalización en 1922


- Todas las páginas deben encapsularse, es decir, plastificarse por ambas caras. Esto facilitará, por ejemplo, que se pueda escribir y borrar sobre su superficie o limpiarla con un paño húmedo.

Ejemplo de mapa plastificado tipo velleda que permite
 la escritura y borrado posterior con rotuladores 


- Las páginas no deben ir cosidas al lomo, sino que se unirán con anillas y aquéllas podrán sacarse para facilitar su consulta al estudioso. De ese modo, si un escolar precisa llevar un mapa a clase, no deberá cargar con todo el libro.

Un ejemplo de encuadernación con anillas cuadradas


- Se dedicará a cada país una versión física y otra política de igual tamaño. Nunca se dividirá un mapa. Si alguna zona requiere una escala mayor, aquélla se repartirá entre varias páginas. De esa manera, se evitará el incómodo margen interior que muchas veces impide la correcta visualización del mapa.

No creo que esta imagen soñada se haga realidad algún día. Hoy ya se ha conseguido crear un papel electrónico flexible gracias al grafeno (si quiere saber más sobre el tema, esta web es de su interés). SONY pondrá a la venta un bloc digital y flexible en poco tiempo. Si esta tecnología se impone, dentro de veinte años nuestros hijos vivirán una revolución tecnológica. Imaginen llevar consigo una lámina que, al desenrollarse, se convierta no sólo en un PC, sino también en un dispositivo que habrá superado las aplicaciones actuales de la informática. Mi arquetipo ecdótico quedará tan desfasado como hoy lo está la locomotora de vapor. Nosotros, querido lector, nos quedaremos aquí, entre dos siglos que han sido testigos de un cambio tecnológico radical, el instante precursor de todo lo que está por llegar. De ese modo, pasaremos a ser otra estampa más de la historia humana, un dibujo curioso que algún día los niños aprenderán en sus modernos dispositivos, justo al lado de otras ingenuas y pintorescas imágenes de hombres ataviados con extraños ropajes, limitados por la tecnología de su época, afanados ilusoriamente en un sueño de eternidad, trabajando con los medios de su tiempo. Tablillas de cera, pergaminos y manuscritos, la imprenta Gutenberg, los primeros ordenadores, internet y la era digital... 

Amanuense trabajando en el scriptorium

Un ejemplo hermoso de la influencia que tiene el libro la encontrará haciendo click aquí, y otro del enorme potencial de la informática como siguiente paso en el avance educativo, aquí.