Otto Preminger dirigió, hacia mediados de la década de los cincuenta, una película que narra la vuelta al hogar de un joven que ha salido de una clínica de desintoxicación. En su barrio se econtrará con los viejos amigos, el fantasma de la droga que lo merodea y su mujer, en silla de ruedas tras un accidente del que él se siente responsable. Presionado por la escasez económica, la desesperación de su esposa y las malas compañías, el joven aspirante a batería de orquesta caerá de nuevo en el abismo de la drogadicción. El espectador asistirá a su anábasis, auxiliado por una amiga que conoce en uno de los garitos que frecuenta como jugador de póquer y de la que se enamorará. No importa contar más detalles. El largometraje se llamó The Man with the Golden Arm (El hombre del brazo de oro).
Hace unos días, nuestra ministra de Sanidad y Consumo ha dado marcha atrás una ley sobre el vino.
Todos conocemos la noticia. Considerar hoy el alcohol como una droga más es afirmar una obviedad. Que deben tomarse medidas para acabar con los excesos etílicos, también. En este país, para sacar adelante una ley, debe recurrirse al aparato genital masculino y decir aquello de "con un par", "con un par de huevos" o directamente "con dos cojones". Eso le ha faltado a la señora ministra, en quien he depositado mi esperanza: sin duda, lo mejor del actual gobierno. No se arruge, doña Elena.
Lean, por favor, el Plan Nacional Sobre Drogas. Es para preocuparse. Pinchen en el enlace, se lo ruego: http://www.pnsd.msc.es/
Recuerdo a un amigo del norte de España que conducía una ambulancia durante los fines de semana. Me contaba que raro era el día en que no llevaba a una docena de adolescentes con un coma etílico disfrazado de "parada cardiorespiratoria" por aquello de guardar las formas sociales. Doce chavales moribundos entraban en urgencias cada noche del fin de semana. Hoy en día, me imagino, esa cifra se habrá multiplicado. Aterra pensar que un chico de trece años se mate voluntariamente bebiendo sin freno. ¿Qué cultura del vino es ésa?
Lo dicho, señora ministra: con un par.