Parece ser que los enemigos de España se sirvieron de la narración del dominico Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, para arrojar pestes sobre la que fue la primera potencia del mundo durante siglos y quizás el mayor imperio que ha habido sobre la faz de la tierra. Ay, esa envidia... Holandeses, ingleses, franceses, etc. acusaron a España de los abusos que la Corona cometía en su conquista de Nuevo Mundo y que el fraile denunciaba en las páginas de su escrito. Yo recomiendo la lectura del enlace, pues nadie negará que los excesos cometidos durante el proceso de colonización español debieron de ser crueles, aunque no tanto como se ha dicho por ahí, acusando a los españoles de los peores crímenes y, por extensión, convirtiéndonos en portadores de los vícios más aborrecibles. Detractores en el país de la política española hubo ya en aquella época. Recordemos la obra De Indis, de Francisco de Vitoria, o el pensamiento de Luis de Molina. Hoy estos defensores de la libertad y opositores a los esclavistas nos parecerían algo flojos y sus tesis, algo desdeñables, pues, a pesar de tener una idea muy recta de la libertad de los hombres, no siempre se opusieron a la exclavitud. No obstante, para la época, creo yo, se les podría considerar mártires de los derechos humanos. Y no pocos problemas conocieron por mantenerse en sus trece. Ése es el precio de la rectitud, así paga la naturaleza a la gente de bien.
Existe una literatura que canta la gesta española durante la conquista de Nuevo Mundo. Esas crónicas de América están recogidas en varios volúmenes a cuál de ellos más trepidante. Garcilaso de la Vega, llamado "El Inca" para no confundirlo con el gran poeta renacentista homónimo, redactó, por ejemplo, la narración de los hechos acaecidos durante la expedición española capitaneada por Hernando Soto y continuada tras su muerte por Luis de Moscoso en el sureste de Norteamérica entre 1539 y 1543. Y es que, a pesar de que muchos lectores no conocerán aún este dato, los soldados y religiosos españoles no sólo ocuparon las tierras del centro y sur de América, sino que llegaron a lo que hoy se llama Estados Unidos de Norteamérica siglo y pico antes de que un colono inglés o francés plantara su bandera en aquellas latitudes. ¿De dónde si no provienen los nombres de "Península de Florida", "California", "Texas", "Nuevo México", "Los Ángeles", etc.? Un día les cuento algo sobre el dólar... El libro de Garcilaso de la Vega se llama La Florida del Inca.
Yo, lejos de sentir orgullo o vergüenza del pasado español, lo estudio con interés y un poco a veces de indiferencia. Hace poco escribí en EL BLOG ILUSTRADO que yo creo en las ocho categorías que el eminente filósofo francés Le Sénne escribió sobre el carácter humano. Un buen resumen de su tesis sería: "En todas partes cuecen habas". El destino de un hombre está escrito en su carácter: más verdad que ésa no existe. Agiten Uds. el cóctel: carácter, influencia ambiental, circunstancia histórica y azar, y no se extrañen de que salgan dictadores a cuál más cruento en cualquier época y lugar.
Hoy en día asistimos al enfrentamiento histórico de las "dos Españas", al baile de banderas republicanas y constitucionales, a los gritos de monárquicos y de opositores, de independentistas y de nacionalistas. Me pregunto si tiene algún mérito o condena ser descendiente de Cabeza de Vaca, Hernán Cortés o De las Casas. También, si en algo ha podido moldear quién yo soy. Preferiría dedicar mis esfuerzos en otros pensamientos más útiles como, por ejemplo, qué voy a hacer en el futuro y con quién. Ya son ganas de darle protagonismo a los muertos y de desperdiciar una valiosa oportunidad de proyecto futuro. Hay un pájaro mitológico que vuela con la cabeza hacia atrás, pues parece no importarle adónde va, sino dónde estuvo. Yo creo que nada podremos construir de provecho si seguimos volviendo la vista atrás. Me gustaría creer que todos los procesos de Europa se acelerarán y que podremos disfrutar ya mismo de lo que otros soñaron hace mucho tiempo y que nuestra miopía, nuestro orgullo, nuestra ignorancia patológica y nuestro extraño impulso destructivo nos impiden alcanzar ahora: una unión efectiva, una esperanza para el continente más sanguinario, violento y deprepador del planeta. Por fin, una única Europa que apueste por la concordia, el desarrollo y los valores de la ilustración que cimentarán la obra humana de la cultura, la educación, la investigación y el marco propicio de convivencia y justicia necesario para el florecimiento de una nueva sociedad purificada en los valores más rectos y alejados de la corrupción que hoy nos aqueja. Implementemos los resortes precisos cuanto antes o sucumbiremos aplastados por la ignominia del poder fáctico e incluso de los derivados de aquel otro legal consumido por su propia corrupción, esto es, el vicio y los abusos sobre la gran masa social. ¡Basta ya! Nos encontramos en una encrucijada: el futuro se presagia oscuro. Ahora debemos hacer un acto de generosidad y esperar confiados a que los valores más nobles del ser humano venzan y se superpongan a los actuales. Eso o nos hundimos.