viernes, 23 de febrero de 2007

LA TEMPERATURA A LA QUE ARDE EL PAPEL


Debo a la atenta curiosidad de un buen amigo venezolano la sorprendente noticia de que las personas que incendian bosques son luego incapaces de prender fuego a un libro; es más, sufren si piensan en dañarlos. Me narraba el hecho de un interno al que su psiquiatra le había permitido hacerse con varios volúmenes para su consulta personal: “Imagínate: la biblioteca de un pirómano”, concluía.

El DSM-III introdujo un grupo de patologías mentales que llamó «trastornos del control de los impulsos». El cuadro incluye la piromanía, la cleptomanía, el juego patológico, el trastorno explosivo intermitente y la tricotilomanía (de esta última me gustaría escribir otro día). Hoy nos detendremos en la piromanía. Julio Vallejo Ruiloba, en su libro Psiquiatría para no expertos, escribe a propósito de ésta:

“Se desconoce la prevalencia y la causa, que probablemente es polifactorial (factores educativos y ambiente familiar, fijación plaquetaria de serotonina, personalidad especial -búsqueda de sensaciones- y sistema dopaminérgico)”

La persona que sufre este mal siente un impulso que exige el cumplimiento de su necesidad: incendiar. Lo que me llama la atención es que aquélla sea luego incapaz de doblar la página de un libro, mucho menos de quemarla. Es un misterio por ahora, pero no deja de resultar paradójico.

La anécdota me recordó que existe un librito escrito por Ray Bradbury titulado Fahrenheit 451. Su historia nos habla de una sociedad en la que está prohibido leer. Montag, el protagonista, es un bombero, pero su cometido no es apagar fuegos, sino quemar libros. No obstante, un día sentirá curiosidad por leer uno y entonces su vida cambiará.

Existe una versión cinematográfica llevada al cine con gran acierto por el director François Truffaut y protagonizada por Oskar Werner (¿Recuerdan Las sandalias del pescador?) y Julie Christie, que hace el papel de la mujer de Montag y el de una joven que seduce a éste y le invita a leer.

Tanto el libro como la película pueden considerarse dos obras maestras del pasado siglo XX. Hoy es viernes: todos tenemos un largo fin de semana para disfrutarlas en compañía de los seres queridos o en la bendita soledad de cada uno. Yo, en los hábitos de mis lectores, no entro.

Portada de la edición española y carátula del largometraje



Montag con sus compañeros de trabajo y, poco después, descubriendo la felicidad en la lectura clandestina de David Copperfield



Montag estudiando diversos volúmenes en su hogar y hablando con Mildred, la mujer de éste, sobre el valor del contenido de los libros tras ser descubierto por ella



Montag, con su superior, momentos antes de quemar una biblioteca, y la dueña de los libros, que se hace prender antes de ver cómo los bomberos le arrebatan sus preciados libros ¿Recuerdan aquello de "Allí donde queman libros, terminan quemando hombres"?



Al final del libro, Montag huye al bosque, donde hay personas que se las conoce por el libro que han memorizado. En las dos instantáneas, las Crónicas marcianas del propio Bradbury y una interesantísima edición de la República de Platón