Deseaba compartir con los lectores de EL BLOG ILUSTRADO la viñeta que EL ROTO publicó en el diario español EL PAÍS. Hace bueno el dicho "una imagen vale más que mil palabras". No obstante, ¿qué puede hacer la ciudadanía? ¿Realmente deseamos cambiar algo? ¿A qué tenemos miedo? ¿Qué nos frena cuando decidimos actuar?
Creo que la sociedad es la suma de muchas identidades. Todas ellas tienen una historia que probablemente condicionó el modo de ser y, por lo tanto, la forma de pensar y actuar de cada persona. Ésa es probablemente la causa de que los cambios sociales se produzcan en raras ocasiones. Para que los ciudadanos actúen, como propone EL ROTO en su viñeta, resulta necesario que las personas compartan una trayectoria similar y que tengan idénticas o, al menos, parecidas aspiraciones y necesidades. España, país poliédrico donde los haya, donde cada región sigue un camino propio y los ciudadanos se alejan de la política, considerada un instrumento de poder al servicio de los intereses privados de quienes la ejercen y no una herramienta que soluciona problemas y administra convenientemente los recursos públicos, esa mudanza en la costumbre no parece que vaya a producirse fácilmente.
Por otro lado, la persona sabe que los hábitos sociales admitidos por convención coartan la acción individual. En otras palabras, tememos tomar cualquier iniciativa que nos haga parecer raros o demasiado heterodoxos porque no deseamos ser señalados por los demás, aunque estos consideren en secreto que nuestro parecer es acertado.
Mientras sigamos canalizando nuestra necesidad de expresión en las gradas de los campos de fútbol, fórmula eficaz de adormecer nuestro espíritu crítico, y las diferencias biográficas nos alejen de un propósito común, arrinconados en nuestra minúscula parcela de expresión pública, todo seguirá igual, es decir, todo empeorará.
¿Quién se atreverá a desafiar las ideas establecidas, los lugares comunes, el pudor social, la cobardía del silencio y la creencia de que nos separan nuestras diferencias más de lo que nos acercan nuestros anhelos?
La vida recompensa a los valientes. La cobardía es el purgatorio donde se pudre nuestra conciencia, donde marchitan las aspiraciones más nobles, donde crece el páramo de los injustos que poco a poco nos arrincona aún más en ese callejón oscuro e infecto de la ignorancia, el miedo y la apatía. Lo que necesitamos es una coalición de conciencias libres que aplaste sin remedio el mal que nos oprime. Ayuda a cambiar al que lo necesita. Que sientan vergüenza ellos, los malos, no tú. Y recuerda que el crimen más común al que te enfrentas es la indeferencia, o sea, que no esperes medallas, más bien te darán la espalda frecuentemente. Pero, allá ellos, es su problema, no el tuyo.