He leído cientos de comentarios en amazon acerca de la fragilidad del Kindle, el libro electrónico que vende en exclusiva el gigante norteamericano. Todas las críticas coinciden en ese punto, además de señalar que el servicio de atención al cliente no suele solucionar el problema [Nota: Al parecer, Kindle no permite modificar el tamaño de los PDFs, otro problema añadido]. Tal actitud ha provocado una gran frustración a los compradores de este lector electrónico. Enfado y decepción comprensibles. También me parece digna de elogio la transparencia de amazon, que permite la publicación de reseñas desfavorables.
La dos únicas alternativas razonables que se me ocurren hoy al modelo DX 3G Graphite (que, de funcionar bien y vender libros en español, sería el mejor libro electrónico del momento) son el Reader PRS-650 Touch Edition (seis pulgadas, 249 euros) de Sony (tiene un leve defecto indicado por varios usuarios en internet: estamos leyendo un texto y decidimos consultar la página de inicio, donde figura la portada del libro; al retomar la lectura, en la pantalla se sigue viendo bajo el texto la imagen del libro, aunque menos nítida) y un modelo nuevo, a la venta, por ejemplo, en las tiendas de la Fnac, llamado bq Avant XL (sin comentarios críticos ni favorables por el momento, nueve pulgadas, 379 euros).
He tenido en mis manos la versión Pocket del Reader (Sony) y me parece demasiado pequeño. El hermano mayor es una maravilla, pero seis pulgadas me siguen pareciendo pocas para leer cómodamente un texto. En cambio, el modelo de bq tiene nueve y la cosa cambia. También es casi cien euros más caro que el de la firma japonesa, un precio excesivo, pero se maneja muy bien, siendo casi tan grande como el Kindle DX. Ese tamaño extra permite la lectura cómoda, aunque se agradecería un lector en DIN A4.
Parece que las editoriales poco a poco van introduciendo parte del catálogo en formato digital. El problema es que la oferta sigue siendo muy pobre y la diferencia de precio con la edición en papel no es muy grande. Si las editoriales no espabilan, al sector le sucederá lo mismo que les pasó a las industrias musical y cinematográfica. Hoy los lectores de libros electrónicos admiten la lectura de PDFs y ya sabemos lo fácil que es escanear un documento en casa. Si, además, podemos guardar estos libros en tarjetas SD y en discos duros externos, el final de muchas editoriales se dibuja en un horizonte inmediato.