martes, 12 de agosto de 2014

ROBIN WILLIAMS


Hay actores que dejan una huella indeleble en la historia del cine, pero especialmente en la memoria de los espectadores. Uno de esos hombres nos dejó ayer. Se llamaba Robin Williams y había nacido en Chicago el 21 de julio de 1951. Quienes tuvimos la suerte de crecer viendo sus estrenos cinematográficos y, por lo tanto, de considerarnos sus coetáneos, no lo podremos olvidar nunca.

Participó en un puñado de excelentes películas. Me gustaría creer que algunas de ellas perdurarán en una suerte de destino imperecedero. Lamento la decisión que tomó ayer el actor, pensando, sin duda egoístamente por mi parte, en todos los papeles que ya nunca podrá interpretar.

De su filmografía querría mencionar los siguientes títulos: Las aventuras del Barón Munchausen (1988), El club de los poetas muertos (1989), Despertares (1990), Hook (1991), La señora Doubtfire (1993), Una jaula de grillos (1996), El indomable Will Hunting (1997), Patch Adams (1998) y Retratos de una obsesión (2002).

Era capaz de conmover al espectador en todos sus registros: desde la comedia hilarante hasta el drama más intenso, a veces haciendo distintos papeles en una misma película (padre y perfecta niñera de estilo inglés en La señora Doubtfire) o repitiendo uno con distintos matices en cada título (doctor en Despertares, El indomable Will Hunting y Patch Adams). Interpretó, entre otros, a un locutor de radio, puso su voz a un personaje de Disney, fue un robot bicentenario y también un científico chiflado, un vagabundo que perdió la cordura y un comerciante judío que dio esperanzas a los confinados del gueto de Varsovia inventado una realidad que, en un final alternativo, se cumple para sorpresa de todos.

De su larga lista de interpretaciones, es difícil quedarse con uno o varios trabajos. En todos ellos es reconocible su sello personal, su humanidad, su calidez, su intenso amor a la vida, su generosidad con el espectador. Aparte de la simpática señora Doubtfire, siempre recordaré cuatro de sus personajes: John Keating, profesor de literatura en un internado de Nueva Inglaterra, la prestigiosa academia Welton; Sean Maguire, quien ahora ya no recuerdo si es psicólogo o psiquiatra, pero logra entender mejor que nadie al joven protagonista, el brillante Will Hunting; el doctor Malcon Syer (inspirado en Despertares, la autobiografía del neurólogo inglés Oliver Sacks, hoy de 81 años) y, por último, Seymur Parrish, técnico de un laboratorio fotográfico. Quizá el primero de estos personajes sea el que recuerde con más emoción, aunque reconozco que le dio un giro de tuerca a su filmografía en Retratos de una obsesión. Un maravilloso actor, en definitiva, que hoy se fue. Gracias por su trabajo, señor Williams, gracias de todo corazón. DEP.